jueves, 19 de julio de 2012

FLASHTRONIC. UN FLASH PROFESIONAL ARGENTINO


Siguiendo un oscuro mandato generacional  - que en su momento desconocía por completo - de mi tatarabuelo el daguerrotipista alemán Adolfo Alexander (1822-1881), me dedique muy joven a la fotografía profesional allá por el año 1963; obviamente y por falta de medios para instalar un estudio fotográfico comercial, me dedique a la fotografía social a domicilio, cubriendo con un sencillo equipo los clásicos eventos familiares como casamientos, cumpleaños, primeras comuniones, colegios y otros trabajos por el estilo.

Afincado en la localidad de Muñíz, al casarme me mudé a la cercana Bella Vista, partido de General Sarmiento, siendo entonces San Miguel y zonas aledañas mi radio de acción fotográfica. Contaba con una cámara alemana modelo Contina 35 mm. de Zeiss-Ikon, pero me faltaba un flash profesional, que por aquel entonces eran muy caros y en su gran mayoría importados.

Un amigo y colega,  Jorge "Coco" Reisz  -  perteneciente a una familia húngara de Muñiz exiliados de la Segunda Guerra -  me indicó que en la localidad de Vicente López existía un fabricante artesanal de flashes profesionales, y lo más importante, cuyos precios eran más convenientes que los importados de Estados Unidos o Europa.

Un día nos encaminamos hasta la calle Saturnino Segurola Nº 575 - entre General Lavalle y Agustín Álvarez - de Vicente López, donde finalmente conocí al mentado fabricante de estos equipos; resultó ser un simpático húngaro trotamundo que, en su deambular por varios continentes,  había recalado en la Polinesia Francesa donde conoció a una exótica nativa de Tahití, con quién tiempo después viajó hasta la lejana Argentina para iniciar juntos una nueva vida.

Nuestro empresario se llamaba Béla, nombre muy popular en Hungría, pués varios reyes a partír del 1060 llevaron dicho nombre y, cuyo significado exacto se desconoce, perdiéndose en la noche de los tiempos del pueblo húngaro.

Hacia la fecha Béla contaba con alrededor de 60 años, vivía en una antigua casona tipo chorizo con su esposa tahitiana -  quién poseía un fuerte acento francés -  la pareja no tenía hijos. La vivienda custodiada por un fiero perro guardian, funcionaba también como taller y depósito, donde se podía observar un confuso conglomerado de cables, lámparas, estuches y otros insumos necesarios para la fabricación de estos equipos electrónicos.

Los flashes de Béla se comercializaban en todo el país bajo la marca "Flashtronic", eran equipos de gran potencia lumínica, con estuches de cuero en color marrón o negro, algunos con formatos ergonómicos adoptados a la cintura. La lampara poseía un capuchón de aluminio y la batería se encontraba instalada en la parte central del estuche. 

El equipo completo del flash se vendía con la batería recargable, el correspondiente cargador eléctrico, así como el barral metálico necesario para insertar lámpara y cámara;  Béla contaba hacia la fecha con un empleado, joven técnico en electrónica al que se lo conocía con el apodo de "El Puntano" por ser oriundo de la provincia de San Luis.

Use este fuerte y pesado flash durante toda mi carrera fotográfica - algo más de 10 años -  y nunca tuve inconveniente alguno con su funcionamiento; décadas después y ya alejado de esta profesión se lo obsequié a mi hijo Axel quién, retomando la tradición familiar Alexander, se dedica profesionalmente a la fotografía periodística y publicitaria.

Recientemente mi amiga la fotógrafa Nuri Mateu - como todos nosotros habitué a las reuniones en el Museo Fotográfico Simik - sabiendo de mi cariño por este especial flash, tuvo la gentileza de obsequiarme su propio equipo, el cual adquirió de Béla hacia los primeros años de la década de 1960; el suyo es un equipo en cuero negro, formato rectangular y doble lámpara. Paralelamente Nuri me proporcionó varios datos complementarios - como por ejemplo el teléfono de Béla que hacia la fecha era el número 797.3551 - sobre este pintoresco  fabricante europeo, informaciones que agradecemos e incluimos en este informe.

Desconocemos durante cuantos años Béla fabricó estos especiales equipos para  fotógrafos profesionales y tampoco que cantidad de ellos fueron volcados al creciente mercado nacional  pero, a más de 50 años de distancia,  remarcamos la importancia de estos visionarios empresarios argentinos y europeos, que gestaron con gran sacrificio e inventiva aquella incipiente industria fotográfica nacional.

Definitivamente una esforzada saga empresarial, que todavía espera ser rescatada a través de una exhaustiva investigación histórica y su correspondiente libro testimonial,


Abel Alexander
8 de julio de 2012

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