lunes, 24 de junio de 2013

LIBRO CATÁLOGO: "EL GAUCHO. TRADICIÓN, ARTE Y FE".



Con tapas duras y sobrecubierta, y con 148 páginas, la obra reúne textos de María Pimentel -curadora adjunta para el capítulo de fotografía contemporánea-, de Ana María Telesca, de Abel Alexander y de Roberto Vega Andersen, su curador.





EL GAUCHO EN LA FOTOGRAFÍA ARGENTINA (1840-1940)
Por Abel Alexander.
Sociedad Iberoamericana de Historia de la Fotografía.

GAUCHOS Y DAGUERROTIPOS 

La fascinación por la figura épica del gaucho - señor de a caballo de nuestras pampas infinitas - caló muy hondo en la sensibilidad de los primeros artistas extranjeros quienes, a partir de las primeras décadas del siglo XIX, desarrollaron parte de su obra en la Argentina.

Siguiendo la tradición pictórica del género conocido como "tipos y costumbres populares", artistas europeos de la talla de Carlos Enrique Pellegrini, Emeric Essex Vidal, Mauricio Rugendas, Adolfo D'Hastrel, Mauricio Rugendas o Raimundo Quinsac Monvoisin abordaron con paletas y pinceles la vida del gaucho a través de una crítica mirada eurocentrísta.

A estos autores extranjeros hay que sumar la obra de varios argentinos como Carlos Morel, Prilidiano Pueyrredón y otros, quienes a través de óleos, acuarelas o dibujos documentaron durante este período la compleja realidad de nuestro hombre de campo.

El 19 de agosto de 1839 se liberaba en París el celoso secreto que pesaba sobre el increíble invento de los franceses Joseph Nicéphore Niépce y Louis-Jacques-Mandé Daguerre; la novedad corrió por el mundo a la velocidad de un reguero de pólvora, por primera en la historia de la humanidad un aparato óptico combinado con fórmulas químicas obtenía la más fidedigna y asombrosa imagen de la realidad, como nunca se había visto antes. Había nacido el daguerrotipo.

Este primer proceso fotográfico - se trataba de un positivo único - recién arribó al puerto de Buenos Aires en 1843 iniciando así la historia fotográfica argentina; aquellos costosos retratos de estudio formaron parte de una exclusiva iconografía que estuvo al servicio de una élite social y económica de la época.

Continuando los antecedentes pictóricos sobre la obtención de "Tipos y costumbres populares" estos primeros "Profesores en el arte del Daguerreotypo" y, sus sucesores los fotógrafos por el proceso negativo-positivo, también encararon el registro de gauchos, paisanos y vistas rurales con destino comercial a los mercados de Europa y los Estados Unidos. Pero a diferencia de la visión subjetiva de aquellos artistas de caballete, la nueva técnica fotográfica obtenía una fidelidad tan asombrosa que causaba pasmo en la sociedad de la época

Obviamente durante las dos décadas de vigencia del daguerrotipo el registro de gauchos fue casi inexistente, pues aquellos hombres de campo definitivamente no contaban con los medios para acceder a esta sofisticación europea y todavía era muy complicado trasladar los equipos de toma y revelado hasta su hábitat natural.

Sin embargo el Complejo Museográfico "Enrique Udaondo" de Luján cuenta con un daguerrotipo de exteriores - de autor no identificado - que muestra a cuatros hombres posando sobre la pared de un rancho en la provincia de Buenos Aires. Entre mate, lazos y aperos, podemos confirmar que uno de ellos es un auténtico gaucho luciendo cuchillo y botas de potro.

Recientemente se conoció el daguerrotipo de un gaucho correntino exhibiendo sus armas y divisa partidaria. Años atrás y en el marco de una subasta el estado uruguayo adquirió un retrato al daguerrotipo con destino al Museo del Gaucho de Montevideo, ambos obras sin autor.

En los Estados Unidos se ofreció a la venta un excelente retrato de un hombre norteamericano, pero vestido con las más costosas prendas gauchas; daguerrotipo realizado seguramente como recuerdo de su estadía en alguna estancia argentina. Célebres caudillos también posaron frente a las cámaras de daguerrotipo con prendas gauchas como Justo José de Urquiza con su poncho a listas o el caudillo Angel Vicente Peñaloza luciendo facón.

Años atrás pudimos ubicar la única colección de vistas argentinas por el proceso positivo denominado ambrotipo, se trata de seis tempranos registros rurales de la estancia "Los Yngleses" en el Rincón del Tuyú (Buenos Aires) pertenecientes a la colección de la familia Boote. George Corbett fue el autor de estas obras realizadas hacia 1860, una de las cuales presenta un asado en el campo compartido por 14 gauchos y paisanos.

LA NUEVA FOTOGRAFÍA
La derrota del férreo gobierno de Juan Manuel de Rosas en 1852 produjo profundos cambios políticos y económicos; una de sus consecuencias fue la división del país entre la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires. En 1861 las fuerza porteñas al mando de Bartolomé Mitre se impusieron en la batalla de Pavón a Justo José de Urquiza y el país se encaminó a su unificación definitiva bajo la presidencia de Mitre.

El país abre sus puertas a la inmigración y se inicia una prosperidad económica notable; en especial la región pampeana se integra al sistema económico internacional de neto corte capitalista y ansiosa de productos primarios. En esta nueva y dinámica realidad rural, la vida libre del gaucho inicia una definitiva declinación; avances técnicos como el ferrocarril, el telégrafo, el alambrado y otros lo van relegando a un rincón de la historia.

También hacia esa fecha la fotografía presenta cambios notables, los costosos procesos positivos como daguerrotipos, ambrotipos y ferrotipos, son reemplazados por la novedosa y más económica fotografía por el sistema negativo-positivo.

Los nuevos negativos de vidrio emulsionados al colodión húmedo y copias en papel albuminado se imponen con rapidez y cambian las reglas del juego. Por primera vez los fotógrafos salen de sus estudios urbanos y, con sus equipos y laboratorios ambulantes, documentan la realidad geográfica y social de aquel vasto país sudamericano.

Entre los nuevos profesionales se destaca el francés Esteban Gonnet - titular de la porteña Fotografía de Mayo - agrimensor de larga actuación quién recorre con sus cámaras la provincia de Buenos Aires, obteniendo los primeros y más valiosos registros de aquel mundo gauchesco ya en franca desaparición.

Fruto de estos viajes es la edición hacia 1866 del álbum fotográfico "Recuerdos de la Campaña de Buenos Ayres", Gonnet edita impecables retratos colectivos e individuales del gaucho y su hábitat natural; son imágenes no conocidas hasta ese momento, que incluyen ranchos de barro y paja, el acogedor ombú, mateadas y asados junto al fuego; la colección incluye también las típicas tareas del peón de campo o sea los rodeos de ganado, yerras, domas, carneadas y otras rudas tareas rurales.

También en 1866 se inscribe el nombre de Benito Panunzi, este inmigrante italiano, profesor de dibujo y fotógrafo es autor de inmejorables vistas de Buenos Aires; pero sus composiciones de gauchos bonaerenses son de una calidad notable, como por ejemplo "Pobladores del Campo", "Una pulpería à la frontera", así como imágenes de ranchos con sus chinas moliendo maíz o las clásicas tropas de carretas atravesando la pampa.

Se conocen pocas fotografías sobre gauchos del portugués Christiano Junior; no así del fotógrafo argentino - descendiente de ingleses - Samuel Boote, cuyo conocimiento profundo del campo argentino provenía de su trabajo juvenil en estancias de la Cuenca del Salado. A Samuel Boote se le deben excelentes imágenes a partir de 1880 de tropas de carretas, la célebre composición "El asado" y diversas albúminas sobre trabajos camperos, como la tarea de marcar el ganado, carneando reses y labores diversas con majadas de ovejas; su hermano menor Arturo fue un prolífico editor de álbumes fotográficos, reeditando décadas después las obras gauchescas de Samuel.

A los documentalistas fotográficos del gaucho argentino durante el siglo XIX como George Corbett, Esteban Gonnet, Benito Panunzi, Christiano Junior, Samuel y Arturo Boote, hay que sumar los nombres de Samuel Rimathé y Harry Grant Olds.

El suizo Samuel Rimathé arribó a la Argentina en 1888 declarando su condición de "Artiste Photographe" pero, a diferencia de sus colegas volcados a la retratistica social, Rimathé desarrolló una intensa actividad como documentalista gráfico, viajando por todo el país en busca de vistas urbanas, rurales, paisajes y capturando las costumbres de aquel país de adopción. De su producción gauchesca se rescata una serie de frescos sobre los últimos centauros, en los que muestra escenas de trabajo, como marcando caballos en el corral, dramáticos como un duelo criollo a facón y poncho, pero también momentos de ocio como los clásicos juegos de taba o truco. Como todos los fotógrafos del siglo XIX, y debido a los largos tiempos de exposición necesarios en cada toma, se hacia necesario montar las distintas escenas en poses predeterminadas y estáticas para obtener los distintos cuadros costumbristas.

Harry Grant Olds provenía del país de los cowboy, como su colega Rimathé desistió de abrir un estudio fotográfico en Buenos Aires y se lanzó a recorrer la geografía argentina en busca de motivos dignos de su cámara; en este transitar obtuvo a partir de 1900 testimonios de los últimos gauchos en sus tradicionales tareas.

Uno de los casos más interesante con relación al gaucho y la fotografía fue protagonizado por el abogado porteño Francisco Ayerza, gran aficionado a la fotografía y verdadero motor en la creación de la mítica Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados (1889-1926) de la cual fue designado su primer presidente.

Paco Ayerza llevó adelante un ambicioso proyecto a partir del año 1885, nada menos que recrear el Martín Fierro (1872) de José Hernández en escenas fotográficas volcadas a un libro que lamentablemente nunca se pudo editar. Para esta iniciativa contó con el apoyo de su amigo el estanciero Leonardo Pereyra, siendo la mayoría de la recreaciones gauchescas realizadas en la Estancia San Juan y con la participación de peones y capatace en los papeles actorales.

Debemos señalar que la costosa edición de los grandes álbumes fue un impedimento serio para la circulación masiva de estas valiosas imágenes gauchescas, para solucionar este problema y a partir de 1860/70, estas fotografías gauchescas se comercializaron a través de las pequeñas y económicas tarjetas de visita (carte-de-visite).

Pero la verdadera revolución en la divulgación masiva de esta especial iconografía, se produjo cuando se puso a punto la técnica de impresión fotomecánica, en particular a partir del año 1900 cuando se imprimen en Argentina las primeras postales fotográficas.

Editores como Guillermo Kraft, Jacobo Peuser pero especialmente el empresario Roberto Rosauer, editan cientos de miles de postales o post card utilizando y reciclando las antiguas fotografías del siglo XIX. Rosauer es uno de los pocos que consigna la identidad de aquellos fotógrafos pioneros.

La edición de postales con temas gauchescos coincide con el auge del criollismo - como bien lo señala Carlos Masotta - un tardío reconocimiento de la sociedad argentina, hacia aquel habitante de nuestras pampas que supo ganar con su rebeldía y afán de libertad un lugar en nuestra controvertida historia.


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