martes, 31 de enero de 2012

ASOCIACIÓN DE APOYO AL MUSEO HISTÓRICO NACIONAL. NUEVA COMISIÓN DIRECTIVA



Con la presencia del Director del Museo, José Antonio Pérez Gollán y el conjunto de asociados, la Asamblea General Ordinaria de la AAMHN eligió nuevas autoridades para el período 2012-2014.

Presidente: Jorge Carman, Secretario: Juan Macchiavello, Tesorero: Gustavo Álvarez Rodríguez, Vocales: María Silvina Paradisi y Abel Alexander, Revisores de cuentas: Carlos Mauricio Duella, Carlos Marcelo Mazza, Guadalupe Laborde y Alicia Chiesa.



miércoles, 28 de diciembre de 2011

El hechizo del fotolibro


La fotografía cobra más sentido en un libro que en una exposición. Esta evidencia se abre paso con el auge de los fotolibros. La fascinación por las ediciones brillantemente ilustradas hace de este tipo de publicaciones un regalo ideal para estas fechas.

Asistimos a un boom del libro fotográfico. Se multiplican las colecciones y las librerías especializadas, se organizan festivales internacionales monográficos y hasta acaba de aparecer, aprovechando la reciente edición de Paris Photo, una revista profesional exclusivamente consagrada al libro fotográfico, The Photobook Review, que publicará con periodicidad bianual la Fundación Aperture de Nueva York. Y todo esto sucede mientras malos farios vaticinan a la vez el fin del papel impreso y la muerte de la fotografía. Es evidente que los oráculos están para equivocarse.

El inicio de este apabullante interés tanto de parte del público como del mundo académico nos pilla cerca ya que cabe situarlo en la muestra Fotografía pública. Photography in Print 1919-1939, que Horacio Fernández comisarió para el Reina Sofía y cuyo magnífico catálogo propagó la conveniencia de una relectura de la historia de la fotografía a la luz de la página impresa y no de la imagen colgada. Muy poco después similares iniciativas y publicaciones siguieron la estela. En 2001 Andrew Roth daba a conocer la primera gran antología de libros fotográficos, The Book of 101 Books, que ampliaría ambiciosamente en 2004 con The Open Book. A history of the photographic book from 1878 to the present. Pero sin duda han sido los dos volúmenes de The Photobook: A History (2004 y 2006), de Martin Parr y Gerry Badger, los que han terminado convirtiéndose en la más respetada referencia para el sector. Y una vez sentado ese marco canónico global ha llegado la hora de hurgar en la producción de periodos o ámbitos geográficos más localizados.

Todos estos estudios parten de un idéntico cuestionamiento: ha sido a través de libros y catálogos que la obra de los fotógrafos se ha difundido y ha alcanzado repercusión e influencia. El acceso a los tirajes originales ha sido siempre restringido y relativamente minoritario (excepción hecha de la popular exposición The Family of Man, que en su itinerancia mundial recibió más de nueve millones de visitantes y del catálogo "sólo" se vendieron cuatro millones de ejemplares). A pesar de ello la versión de la fotografía que se nos ha ofrecido comúnmente sigue privilegiando la presentación de fotografías originales como objetos en los que se deposita el aura de la obra de creación. Este criterio no es sólo limitado sino a menudo erróneo, consecuencia a la par de mucha pereza intelectual y de los intereses del mercado. Muy pocas fotografías han sido realizadas para ser expuestas en galerías y museos, y en cierta medida su museización constituye un acto a contra natura de las intenciones de su autor. Aunque los primeros libros fotográficos aparecieron apenas cinco años después del anuncio oficial del arte de la luz, el fotolibro como género se consolidó con las vanguardias históricas y las nuevas ideas sobre la obra de arte en la era de la reproductibilidad técnica. Es a partir de ese momento que lo mejor de la creatividad fotográfica se encauzará hacia las artes del libro, el cartelismo y las revistas ilustradas.

A diferencia del álbum o del catálogo, el libro ya no se entiende como simple soporte de unas obras sino que devendrá obra en sí misma. Una obra coral en la que interviene el diseño, el grafismo y la tipografía, la secuencia de las imágenes, la maqueta, el texto, es decir, una conjunción de cualidades de concepto y de objeto. Entonces, en libros milimétricamente concebidos como una obra compacta, para entendernos como los de William Klein o Daido Moriyama, ¿tiene sentido desgajar una imagen suelta y presentarla en la colección de un museo? Pues esta descontextualización -por no llamarlo mutilación- ha tenido lugar con la plena aquiescencia de todo el estamento artístico. Pocos autores han tenido la gallardía de John Gossage cuando rechazó la oferta del flamante galerista neoyorquino Leo Castelli de exponer las fotografías contenidas en su libro The Pond (1985); Gossage adujo que no tendría sentido vender las imágenes separadamente porque la obra era el libro como tal. El crítico holandés Ralph Prins lo razonaba: "El fotolibro es una forma de arte autónoma, comparable a una escultura, una obra de teatro o una película. En él las fotografías pierden su propio carácter como mensajes por ellos mismos y se convierten en los componentes, expresados en tinta de imprenta, de una creación compleja llamada libro". Si la fotografía es básicamente huella y descripción, el libro le permite desplegar toda su sintaxis.

Esta actual atención al fotolibro reorienta pues los criterios de historiadores, conservadores de museos e investigadores universitarios sobre el legado artístico y social de la fotografía, pero como efecto colateral también ha disparado un coleccionismo frenético. Tanto instituciones como particulares se han lanzado a la caza de tesoros bibliográficos y los libros raros y antiguos desaparecen de rastros y encantes mientras en las librerías de viejo los protegen en vitrinas bajo llave. Las casas de subastas hacen su agosto. Christie's, la que más ha estado por la faena, informaba hace muy poco de la venta de Senchimentaru na Tabi (Un viaje sentimental, 1971), de Nobuyoshi Araki, por 17.000 dólares. Una ganga por un libro hecho con fotocopias y del que sólo existen 300 ejemplares, firmado por el autor que más se ha prodigado en la edición: 340 títulos en la calle. Pero una ganga también porque libros de autores más jóvenes se ofrecen por cifras desorbitadas. Por ejemplo, la maqueta de Sleeping by the Mississippi (2004), de Alec Soth, una auténtica vedette en el mundo del libro fotográfico, está a la venta por 65.000 dólares en Harper's Books. Por su parte, las piezas clásicas alcanzan cotizaciones astronómicas. En 2008 Christie's remató por 193.000 dólares un libro con fotomontajes del surrealista checo Jindrich Styrsky, en edición de 1933 limitada a 10 ejemplares. Todos estos datos pueden ser comprobados y ampliados en las páginas web de los distintos establecimientos; y aunque los casos citados son palabras mayores, no deja de ser sorprendente descubrir en portales asequibles como eBay los precios de salida de las publicaciones anheladas por los aficionados.

Pero más allá del aspecto crematístico lo más importante es que hoy el público puede disfrutar de una rica oferta que abarca desde las concepciones más tradicionales de libro ilustrado a las propuestas más experimentales y arriesgadas, y que por su parte los fotógrafos disponen de mejores opciones para desarrollar y difundir su trabajo. Además los repertorios de ambos se han visto implementados por los avances informáticos y la consolidación de Internet. Sin entrar en la cuestión del libro electrónico, que merece discusión aparte, la impresión digital y sobre todo el sistema print-on-demand posibilitan una extraordinaria versatilidad y autonomía, de las que se benefician especialmente las nuevas generaciones de fotógrafos para emprender proyectos editoriales, a menudo en régimen de autoedición. Cuando estudiantes y fotógrafos noveles muestran hoy su trabajo ya no extienden un conjunto de originales extraídos de un portafolio sino que presentan con naturalidad un boceto de libro, impreso mediante Blurb o similar. Este cóctel de innovaciones tecnológicas y planteamientos alternativos propicia operar fuera del sistema establecido. Los creadores pueden ahora controlar todo el proceso de producción y distribución de su obra, son autosuficientes con lo que el poder de las instituciones disminuye. Se mitiga el papel de los intermediarios como museos, conservadores, editores, galerías y críticos: el creador puede acceder directamente al público. Por otra parte la misma noción de autor entra en crisis: en una era de apropiacionismo generalizado, el valor del libro como obra integral está por encima de la autoría o procedencia de las imágenes. Por todo ello -y convendría tratarlo de forma más pormenorizada- no podemos limitarnos a enfatizar el fotolibro sólo como un formato expresivo más o menos de actualidad porque lo verdaderamente significativo es establecer su impacto en la transformación de la escena artística y por extensión de toda la cultura visual contemporánea.

Autor: Joan Fontcuberta
Fuente: Diario El país - España - 17/12/2011
Ver nota en el sitio del diario AQUÍ

lunes, 28 de noviembre de 2011

domingo, 27 de noviembre de 2011

Nuevo libro: Historia de la Fotografía en Bolivia




La Historia de la fotografía en Bolivia es un proyecto por presentar una visión panorámica de su evolución a través de la trayectoria de los fotógrafos más importantes y, quizá en un principio, de los anónimos. Desde hace varios años acariciábamos la realización de una gran historia de la fotografía boliviana, que mostrase un panorama exhaustivo de la actividad fotográfica en Bolivia, desde sus inicios hasta la primera década del siglo XXI.

El lenguaje fotográfico, desde su aparición, ha acompañado el proceso de constitución de la nación boliviana. La fotografía se constituye, en consecuencia, en un aporte a la historia.



SUÁREZ SAAVEDRA, Fernando.
Historia de la fotografía en Bolivia: desde sus orígenes hasta 1900. Sucre: Nuevo Gobierno Municipal Autónomo de Sucre, 2011. 219 p.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Normandía, 1945 vs Normandía, 2005

Territorios históricos donde se desarrolló la segunda guerra mundial. 

Formidable el trabajo de ubicar los lugares y hacer el paralelo fotográfico del antes y ahora, después de 60 años. Maravilloso es ver la voluntad del hombre de querer volver a reconstruir sus espacios y sus casas.

Descargar presentación AQUÍ

Los pioneros que dijeron whisky

El misterioso caso de un libro del siglo XIX, con fotografías de San Rafael, que fue encontrado en la Biblioteca General San Martín.

En Mendoza ya existe un nuevo nombre, otra historia más por conocer, a partir de un libro misterioso y casi fantasmal, simple apenas en su título: “Vistas de San Rafael – Provincia de Mendoza”.

Es un volumen con tantas fotografías que apenas si hay una línea de texto, minimalista como el más actual, a lo largo de su recorrido. Ni siquiera se sabe con exactitud cuándo fue editado e impreso. El cálculo más “joven” lo hace añejo y complejo, como pocos vinos de guarda: por lo menos un siglo de existencia. El autor de las fotografías, allí donde se haya escondido, tuvo apellido, Caruana, y apenas dos letras, a modo de iniciales: “L.A.”.

Ésta es una breve historia acerca de un fotógrafo fuera de catálogo, artífice de escenas extraordinarias y, por varias razones, ineludible. "La invención de la fotografía hizo en el arte una revolución tan grande como la invención de los trenes en la industria", se ha dicho, con sobradas razones.

Hay apenas dos ejemplares de este libro de fotografías, texto de pulcro diseño y concepto gráfico que nada envidiaría a las mejores ediciones contemporáneas de libros de arte. Estos trabajos eran llamados “álbum”, la nomenclatura de la mayoría de estos testigos de la historia.

Ambos ejemplares se encuentran entre distintas secciones de la Biblioteca San Martín, próximos a su restauración. Es un par que se encuentra igual que aquellos parientes perdidos y olvidados, en formato televisivo. Existe un tercer ejemplar, aunque en manos de un coleccionista privado (nunca mejor aplicada la expresión “en manos de un coleccionista privado”). Un cuarto, en la biblioteca del Museo de Historia Natural de San Rafael.

Aquí, algunas de las imágenes que desnudan un San Rafael joven y desconocido.

Ver galería de imágenes AQUÍ


Fototipia

Fue el método empleado con las fotografías de Caruana para la impresión del libro. En 1868, Eugene Albert en Munich mejoró la fototipia, cercana a la litografía pero realizada sobre vidrio. Este proceso permitió la construcción de máquinas a motor capaces de tirar hasta mil pruebas de una misma placa con una sutileza notable. El procedimiento permitía tirar un número limitado de 500 copias, ya que una vez deteriorada la gelatina se perdía nitidez. Fue un sistema común para la impresión de postales, desde 1897 hasta mediados del siglo XX.

Marco histórico

Desde 1880 el naturalismo está en todo el arte y se une a la imprenta rioplatense, que se perfecciona e incorpora tecnología industrial más avanzada, aunque muchos autores y editores, por costo o prestigio, aún enviaban originales a las prensas de Viena, París, Leipzig, Barcelona y Madrid.

Jacobo Peuser se inicia como editor en 1881 con el volumen "Descripción amena de la República Argentina", de Estanislao Cevallos. Allí se realizaron las primeras fototipias y fotocromías del país y donde se compone el primer libro en linotipo (1898).

Fotógrafos de viajes

Entre viajes célebres, al calor de la aventura con el propósito de ilustrar libros, se destacan los de Charles Clifford a España, Désiré Charnay a México, Robertson a la India, Carla Ponti a Venecia y Roben Mac Pherson al Vaticano.

Libros raros y en remate

Hace 4 años, el Catálogo de Subasta presentado por la casa Bullrich, Gaona, Wernicke presentó un ejemplar que tuvo mejor suerte que “Vistas de San Rafael”. Es que salió a la venta un texto que podría guardar algunas similitudes, o por lo menos aproximarnos. Es el caso de “El Gran Chaco Argentino”, bajo la autoría de Melitón González, editado en 1890 por la Cía.

Sudamericana de Billetes de Banco. Las medidas del ejemplar son similares a “Vistas…” ( 20,7 x 15 cm). Se trata de impresión “dedicada al Instituto Geográfico Argentino”. El índice es un viaje intenso: “Exploración de los Ríos Bermejo, Negro, de Oro”. Posee ilustraciones, 14 fototipias, vistas “de edificios, indios Tobas, establecimientos San Carlos, Las Palmas”. El precio base, hace cuatro años, era de 100 dólares.

Horacio Quiroga, fotógrafo en la selva

Leopoldo Lugones en su libro “El Imperio Jesuítico”, de principios de 1900, detalla el trabajo como fotógrafo del escritor Horacio Quiroga.

Lugones llegó en misión oficial a las ruinas de las reducciones jesuíticas, contratando al escritor para lo que sería, al fin, su viaje iniciático por la selva. Quiroga, deslumbrado, luego se instalaría en el Chaco, donde compraría 185 hectáreas en San Ignacio.

Dirá Lugones sobre aquel trabajo: “Los dibujos y los planos que presento - entre los cuales sólo hay dos fotografías - tienden realmente a “ilustrar” el texto, sin esperar que el lector se divierta; por lo demás, los datos incluidos en él sobran hasta para guiar a los “turistas”, si su intrépida ubicuidad llega a derramarse por aquellos escombros...”. 


Autor: Mauricio Runno 
Fuente: Diario Los Andes - Suplemento Estilo 
Domingo 20 de noviembre, 2011.


Visita guiada a la muestra "El transporte en la Argentina. Fotografías 1860-1960"

Abel Alexander realizará una visita guiada, con entrada libre y gratuita.

El día viernes 2 de diciembre a las 19 horas Abel Alexander, realizará una visita guiada a la exposición "El Transporte en la Argentina - Fotografías 1860-1960" en la FotoGalería del Teatro San Martín, Avenida Corrientes 1530. 

La exhibición que cuenta con el auspicio de la Sociedad Iberoamericana de Historia de la Fotografía, presenta más de 140 fotografías originales en sus diversas técnicas correspondientes a los siglos XIX y XX; las obras provienen de 11 colecciones privadas y exhiben las obras de destacados fotógrafos que trabajaron en la Argentina. 

Con entrada libre y gratuita.