ENTRADA LIBRE Y GRATUITA.
El Programa Cultural en Barrios, efectivo desde 1984, en los albores de la apertura democrática, surgió con la meta de canalizar las necesidades de expresión artística de los ciudadanos y fue creado mediante Decreto 3697/84. Hoy en día lo lleva adelante la Subsecretaria de Gestión Cultural, dependiente del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y tiene como propósito declarado garantizar el acceso gratuito al aprendizaje de lenguajes artísticos a todos los ciudadanos porteños, favoreciendo así el desarrollo concreto de acciones colectivas y solidarias.
En los fundamentos de su creación se menciona que el programa “constituye el lugar propicio para la recreación y la contención social, donde se van prefigurando nuevos modos de convivencia para una comunidad basada en la solidaridad. Es el espacio en donde es posible promover procesos de participación cultural y de vida asociativa con el fin de que la cultura llegue a ser patrimonio publico” (Considerandos Decreto 3697/84).
El Programa Cultural en Barrios propone desde talleres artístico-culturales de acceso gratuito en cada barrio, a actividades complementarias tales como espectáculos, ciclos, certámenes, muestras y eventos. Las disciplinas en las que se ofrece capacitación son muchas y variadas, así encontramos cursos de Nuevos talleres; Música; Teatro; Danza; Plástica; Culturas urbanas; Letras; Comunicación; Audiovisuales; Fotografía.
Es dentro de esta perspectiva que se seleccionaron las fotografías exhibidas en el Pabellón de las Bellas Artes, de Facundo de Zuviría. Un gran numero de fotografías que testimonian esos comienzos de centros culturales en los años 1984 a 1989, donde Zuviría dedico muchas horas de trabajo como fotógrafo y como docente para dar clases de fotografía a jóvenes, y que años más tarde tuvo la enorme satisfacción de encontrar a algunos de ellos dedicados profesionalmente a dicha tarea.
La inmensidad y variedad de imágenes, sus silencios y evidencias, ofrecen al espectador la posibilidad de reconstruir una forma representativa de los diferentes barrios, enriqueciendo nuestro legado cultural visual de la ciudad de Buenos Aires. Con precisión y autenticidad, las fotos de Zuviría son el resultado de la complicidad con cientos de personas, la paciencia, el asombro y el descubrimiento, así como de su profundo respeto ante las cosas que pasan por delante del visor de su cámara.
Zuviría muestra la realidad y percibe su dignidad, plasmando con elocuencia a obras como Peinados Permanentes Rosita o Volquete en San Telmo. La más rigurosa simetría en la composición de la imagen nos da esa solemnidad, esa sensación de orden, de equilibrio, de impecable armonía. La modificación de los ángulos y la luminosidad de los grises, ese misterio y singularidad en la Sala de Espera.
En los barrios que recorre, Zuviría accede a la intimidad familiar, dando una mirada propia a aquello que esta habitualmente detrás de las fachadas, y a la cotidianeidad de sus bares, confiriéndoles una expresividad formal. El piano erguido, al lado de la heladera, en el Interior de un bar, es la huella de lo trascendente en la Historia Viva de Parque Patricios.
“El perímetro de un polígono es igual a la suma de los lados”, se lee en tiza blanca sobre el pizarrón, que abarca casi toda la imagen. Pero la sonrisa tímida, y a la vez orgullosa, en el rostro de una joven muchacha de Villa Soldati, que capta Zuviría en ese momento preciso, en ese instante, en el que con empatía la traslada al misterioso mundo de los sueños, es lo que nos detiene y nos enternece.
En la Partida de cartas, los jubilados de Parque Saavedra son plasmados en las fotografías de Facundo de Zuviría como personas que han recorrido el camino de la vida, y que pueden disfrutar con alegría, serenidad y eterna juventud, una jugada de cartas entre amigos del barrio.
Desvanecida a través de la luz brumosa, con focos luminosos de teatro, La Boca se presenta en forma lirica, donde los buques en el agua o el majestuoso Ford Falcon son imágenes de expresión histórica, con visión romántica y poética.
El sonido de los músicos y el movimiento de los bailarines de tango; las murgas de carnaval y sus manifestaciones exageradas; el silencio comunicativo de los grafitis, y la secuencia de los protagonistas a su lado; la elegancia del desfile de Mataderos; la fragilidad del artista, o estrella de teatro, detrás de un vidrio nebuloso; el contento del niño con su bandera; la nobleza de las maquinas de escribir en las oficinas del Plan Cultural en Barrios, también se manifiestan en el léxico de Zuviría. Plasma en imágenes un repertorio de expresiones, con mesura, en su propio lenguaje.
Las fotografías de Facundo de Zuviría registran la atmosfera de los barrios de Buenos Aires. Aquello que ocurre con las personas y los acontecimientos. Presenta su obra en blanco y negro y capta a las personas en su plena grandeza. Le revela al barrio su singularidad y le confiere un significado intemporal.
Lic. Cecilia Cavanagh
Curadora
Directora del Pabellón de las Bellas Artes
Cecilia Cavanagh curadora del Pabellón de las Bellas Artes,
Abel Alexander y el fotógrafo Carlos Marcelo Mazza en la inauguración de la muestra.
Buenos Aires y el Programa Cultural en Barrios
En 1984, cuando empecé a trabajar en el Programa Cultural en Barrios de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, no imaginé cómo esta experiencia iba a ser decisiva en mi vida y en mi propia fotografía. Mi participación como fotógrafo del Plan Barrios, como le decíamos coloquialmente, me llevó a recorrer barrios porteños para mí desconocidos, a presenciar la vida social que se daba en sus Centros Culturales, a encontrar el encanto y la peculiaridad de sus calles. Este fue el camino que me acercó al barrio, donde reside el sentido de Buenos Aires.
El Programa Cultural en Barrios fue creado por iniciativa de Pacho O’Donnell, Secretario de Cultura de la Ciudad, y dirigido por Virginia Haurie, quien le dio su estilo personal. Así, en un ámbito de gran libertad y pluralismo ideológico, se desarrolló a partir de ese año un programa de acción cultural que llevó a diversos barrios, muchos de ellos relegados y en mala situación socioeconómica, una idea de cultura novedosa basada en la importancia de revalorizar las tradiciones populares, generar expresiones propias de las diversas barriadas y promover vínculos entre sus vecinos con los Centros Culturales como puntos de encuentro.
Con esta idea el Programa organizó una serie de talleres que tenían lugar en escuelas u otros edificios que quedaban desafectados de su función principal a partir de las cinco de la tarde, y que fueron aprovechados para generar la participación comunitaria y afianzar la pertenencia de los vecinos a su propio barrio. Estos talleres abarcaban disciplinas artísticas como teatro, danza, literatura, títeres, fotografía y plástica, y otras que consistían en la enseñanza de un oficio o actividad que pudiera servir de ayuda para vecinos cuya situación económica era, muchas veces, precaria, como cerámica, alfarería, telar, peluquería y la creación de las huertas comunitarias en predios baldíos.
También se buscó generar eventos que nucleasen a los vecinos en torno a su Centro Cultural, llevando espectáculos teatrales, conciertos, muestras u organizando fiestas, bailes o encuentros barriales, o apoyando algunas manifestaciones culturales espontáneas que ya estaban instaladas en la cultura barrial, como festividades religiosas o de colectividades, murgas y bailes de carnaval.
Mi tarea allí consistía en documentar esas actividades, y eso me llevaba a recorrer la ciudad entera, para fotografiar los talleres diurnos en las escuelas/centros culturales, o actividades que iban de un concurso de tango o concierto de rock hasta las carreras de sortijas en la feria de Mataderos o un festival de teatro callejero frente al Riachuelo. Así recorrí Balvanera, Barrio Rivadavia, Boedo, Chacarita, Flores, Floresta, La Boca, Lugano, Mataderos, Parque Chacabuco, Parque Patricios, Parque Saavedra, San Telmo y Villa Soldati, y en esas caminatas descubrí la Buenos Aires profunda, aquella de fachadas simples y calles arboladas, pequeños almacenes y cafés, vecinos sentados en las puertas de sus casas.
Dentro del Plan Barrios tuvo lugar, entre otras iniciativas, una experiencia llamada Historia Viva del Barrio, que consistió en recuperar, mediante reportajes a los viejos vecinos y compilación de material gráfico histórico, el origen y gestación de cada barrio. Allí mi tarea fue, nuevamente, documentar algunas viviendas, registrar lugares “históricos” –la primera carnicería, el predio abandonado que supo ser una fábrica, la casa del primer poblador– y fotografiar aquellos vecinos que fueron pioneros en la formación de esos barrios, hoy totalmente poblados y edificados. Esta tarea me acercó al conocimiento más profundo de las características particulares de cada barrio y su gente.
En los seis años (1984-1989) en que trabajé en el Programa Cultural en Barrios fotografié actividades muy diversas y me sentí partícipe de una propuesta cultural con fuerte sentido social, nacida con la nueva democracia en la Argentina, una propuesta basada en promover la gestación de cultura con las especificidades de cada barrio y, a partir de esta premisa, generar una participación comunitaria que promoviera sentimientos de pertenencia y fraternidad dentro del vecindario.
Esta experiencia, reitero, ha sido decisiva en el desarrollo de una mirada propia, y si bien el barrio fue desde siempre el tema principal en mis fotos, mi paso por el Plan Barrios terminó por afianzar el idilio con Buenos Aires. Creo que el alma porteña está especialmente afianzada en sus barrios, en esas cuadras de casas bajas y modesta fisonomía, en la austeridad de los muros, en las pequeñas manifestaciones culturales visibles en cada vidriera.
Las imágenes que aquí se muestran son casi todas inéditas, dado que en su mayoría fueron exhibidas solamente en muestras muy breves que tuvieron lugar en aquellos Centros Culturales, o reproducidas por la prensa para difusión de las diversas actividades que allí se realizaban. Algunas pocas han sido publicadas en algún libro mío sobre Buenos Aires, y en conjunto son un testimonio de aquellos años extraordinarios, cuando los argentinos recuperamos la democracia y comenzamos a soñar con un nuevo futuro.
Estas fotografías pretenden contribuir a la memoria de esa experiencia colectiva que fue el Programa Cultural en Barrios de aquellos primeros años de nuestra renovada república, y constituir también un retrato de esa Buenos Aires esencial, la del barrio.
Facundo de Zuviría
Buenos Aires, marzo de 2012
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